- Resulta ciertamente extraño, a estas alturas, remontarse a «la noche de los tiempos» para cuestionarse, una vez más, aquello que ya, desde 1981, resulta pacífica su existencia en la legislación civil española, desde que se promulgó la Ley 30/1981, de 7 de julio.
- Mucho ha llovido desde entonces en estos, casi cuarenta
y dos (42) años de vigencia, para comprobar que, en el texto primitivo, para
divorciarse, primero había que separarse y, en cualquier caso, alegar causa de
las tasadas en la norma, hasta el día de hoy, en que la causa ha desaparecido
por completo.
- Si acudimos a la definición etimológica, por divorcio
debemos entender separar «di-» y «verto» o volver, dar la vuelta,
esto es, retornar a la situación anterior a la de la contracción del
matrimonio. ¿Dónde encontramos sus raíces? Volvamos atrás en el tiempo.
- En Mateo 19:3 los fariseos tientan a Jesús
preguntándole sobre la licitud de «despedir» -απολυσαι en Griego- o repudiar a
la esposa, el equivalente a nuestro divorcio, con las debidas salvedades y
diferencias. A esto, Jesús se remite al Génesis 1:27 respecto de la creación
del ser humano (אדם -léase «adám» o
tierra, humus en Latín) como unidad creada y, de aquél, surgen
hembra y varón. Ante tal aseveración, los fariseos le replicaron respecto de la
ley mosaica que permitía dar «documento de separación» (βιβλιον
αποστασιου -léase «biblión apostasiú»-) y «despedir» (απολυσαι -léase «apolysái») a
la esposa, lo que, normalmente, se traduce por repudio (del Latín repudium o
rechazar por haber sido realizado algo repugnante).
- Ante esta réplica, Jesús les dijo (Mateo 19:8) que «por
la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres,
mas al principio no fue así», continuando diciendo en Mateo 19:9 que «Y
yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de
fornicación (πορνεια -léase «porneía», también
significando prostitución, acción deshonesta, adulterio-), y se
casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.».
- No es la misma versión la que da Marcos 10:2 a 12,
donde establece la indisolubilidad (9), sin embargo, también establece la
posibilidad de repudio mutuo, tanto del hombre hacia la mujer, como de ésta a
aquél (Mr. 10:11 y 12) pero, con la consideración de haber cometido, uno u
otro, adulterio, sin hablar de la causa válida de separación de Mt. 19:9, como
en Lc. 16:18.
- ¿Qué decía Moisés, pues? En el Deuteronomio 24 recoge
que «(1) Cuando tomare hombre mujer y se casa con ella y sucede que si
no halla en ella gracia a ojos de él, pues halla en ella inmundicia de cosa y
escribiere para ella carta de divorcio y entregare en su mano y la despidiere
de su casa (2) y ella marchare de casa de él y ella va y es
para otro hombre (3) y la aborrece el hombre el segundo y
escribe para ella carta de divorcio y entrega en mano de ella y la despide de
casa de él...».
- Hagamos un pequeño inciso: en el Deuteronomio 24:1 «carta
de divorcio» se escribe סֵפֶר כְּרׅיתֻת -léase Séfer
K'ritút- compuesto por סֵפֶר, léase Séfer, significando
libro, carta o documento en el que se escriben las cifras (de cuya palaba viene
ésta) o relación del inventario, incluso protocolo, y por כְּרׅיתֻת, léase K'ritút,
significando ser movida a escindirse, separarse o cesar y, por ello, repudiada,
dado que es la voz causativa pasiva (Hof'al) del verbo כרת -léase «Karát»- cuyo
significado es doble, tanto «cortar» algo físico como separar (recordemos el
principio romano del matrimonio consistente en compartir «mensa tori et
habitationis» -mesa, lecho y habitación-), como «hacer un pacto»,
mientras que «romper un pacto» se dice: «אׇפַר הַבְרׅית» léase Afár HaB'rít- (Jueces 2:1)
significando Afár, ceniza (quememos el papiro) y polvo (destruyamos
la tablilla de arcilla o de caliza), por tanto, romper un pacto significaría el
acto de hacer cenizas el pacto escrito. Piénsese, además, que los
romanos, cuando iban a formalizar un pacto cortaban en dos una estípula de
ficus y, cuando pretendían exigir el cumplimiento del pacto, unían las dos
partes para demostrar su existencia. ¿Los antiguos egipcios, cuando pactaban, cortaban?
Todo parece indicar que cortar y pactar viene del acto físico de cortar tablillas
de arcilla (sumerias) o de caliza (ostracos egipcios) para establecer en ellas
los pactos contractuales a fin de que éstos perdurasen y, así, no hay pacto sin
corte previo.
- Hagamos un pequeño inciso respecto de las diversas formas
de contracción del matrimonio en la Biblia. (1 Samuel 18: 16-29).
Después de la famosa escena en la que el guapo, rubio y pobre pastor David,
hijo del belemita Isai, súbdito del rey Saúl, derrota con su honda al gigante
filisteo Goliat, el rey le toma envidia, pues las mujeres tocan sus
instrumentos musicales y bailan públicamente de alegría celebrando la victoria
y porque el pueblo alababa a aquél al haber matado a cientos de miles de
filisteos, mientras que el monarca, tan solo había matado a miles de éstos. El
envidioso Saúl, le ofrece a su hija mayor Merab, la que no acepta David,
porque considera que no merece ser yerno del rey, ante lo que éste le ofrece a
su otra hija Mical, la que, al parecer, le amaba y a David le gustaba
ésta. De tal modo que Saúl urdió una estratagema (si no puedes con tu
enemigo, únete a él) enviando a sus siervos a mediar y ofrecerle a Merab (ya
ofrecida a Adriel, tras la negativa de David) y a Mical, ante lo que David
volvió a alegar su humildad de clase y así, Saúl le propuso como dote, nada más
y nada menos que, cien prepucios de filisteos y fue el pobre David (2 Samuel 3:14) y los trajo
antes del tiempo prefijado, pero fueron doscientos prepucios (recordemos que la
dote es el precio por la esposa que, al fallecimiento del marido pagador, es el
medio de vida de la viuda ¡..!).
- Seguimos con David (1 Samuel 25:39-44). Estando casado con Mical, segunda hija del rey Saúl, Yavé castiga a Naval (estúpido en hebreo) el carmelita y muere, ante lo que David envía unos mensajeros a su viuda, Abigail para ver si ella acepta ser su esposa, la que le da su conformidad postrándose ante aquél y manifestándole ser su «esclava para lavar los pies de los siervos» (de David), montando a lomos de un asno junto a sus doncellas y tras los mensajeros de David y así, se convirtió en su esposa. Pero, no quedó ahí la cosa, sino que, además, David, también tomó por esposa, la tercera, a Ahinoam, hija de Jizreel, sin más ceremonia, ante cuya multitud, Saúl le «quitó» a su primera esposa, Mical, entregándosela a Paltí, hijo de Layis. Según se deduce del suceso, habida cuenta de que Mical cambió de «manos», se fue ésta sin su dote prepucial, hallando en sustitución al nuevo esposo a cambio de dicha dote. ¡En fin! Esto no acaba aquí.
- En la próxima entrada seguiremos con la estela de David.
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