UNA FINESTRA OBERTA AL MÓN

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(c) Gallel Abogados

jueves, 30 de marzo de 2023

¿MATRIARCADO O PATRIARCADO EN LA BIBLIA?

 


- Parecería obvio preguntar si en la Biblia la organización social giraba en torno a un hombre y su respuesta sería afirmativa, sin embargo, deberíamos comenzar por ver cómo define la Real Academia Española de la Lengua el término «patriarcado».

- Así consta en el diccionario de la R.A.E.L. en su quinta acepción: «organización social primitiva en que la autoridad es ejercida por un varón jefe de cada familia, extendiéndose este poder a los parientes aun lejanos de un mismo linaje.». Por «matriarcado» entiende la R.A.E.L. el mismo significado, si bien, centrado en los pueblos primitivos.

- En los denominados «libros históricos» de la Biblia se narra, en primer lugar, la historia de Josué (Yehoshúa), hijo de Nun, quien sucedió a Moisés tras su muerte en calidad de guía del pueblo de Israel. A la muerte de Josué, no quedó claro quién sucedería a éste, produciéndose un caos organizativo. 

- Tal y como lo narra el libro de los Jueces, los israelitas habían de enfrentarse a los cananeos y a los fereceos, para lo cual, parece que Judá convoyó a Simeón para llevar a cabo el enfrentamiento, la conquista de los territorios de aquéllos, sucediendo diversas batallas entre unos pueblos y otros, hasta que llegó un día en el que el ejército cananeo con sus 900 «carros de hierro» apresaron y trataron cruelmente a los israelitas durante 20 años, por lo que éstos tuvieron que clamar a Yavé, quien nada solucionó y así, se vieron en la necesidad de recurrir a una mujer llamada Débora. 

- Según el libro de los Jueces 4:4, Débora era una «profetisa» que juzgaba a su pueblo, a los israelitas, su fuero competencial era intra urbe, lo cual realizaba debajo de una palmera, donde se dice que habitaba, también, si bien, hay que entender que allí impartía justicia, como era costumbre inveterada en aquellos tiempos de hacerlo a la sombra de un árbol o en lo alto de un montículo (oráculo de Delfos). Los árboles eran lugares solemnes, como se ve, además, en la coronación de Abimélec como rey realizada bajo un roble (Jueces 9:6). Dicha «palmera» se hallaba entre Ramá y Betel (בית אל -casa de Dios- o lugar en el que se mostró Yavé a Jacob cuando el incidente con su hermano Esaú -Génesis 35:7-), en el monte Efraín, siendo el lugar al que acudieron «a juicio» los israelitas, a cuyo líder, Baraq, hijo de Abinoam, Débora le dio la orden, las instrucciones, la sentencia de cómo debía afrontar la batalla, según le había ordenado Yavé (norma de instrucción).

- Ante tales instrucciones, Baraq le pidió a la jueza Débora que le acompañase, pues, de lo contrario, aquél no iría a la batalla, por temor a un fatal resultado. Débora accedió a su petición, pero, advirtiéndole, cual oráculo que era, que la gloria o la victoria no sería para él, sino para una mujer.

- Débora convocó a Baraq (בָרָק -en Hebreo significa «bendecido», «bendito», «iluminado»), a Zebulón y a Neftalí y, éstos, a su vez, a 10.000 hombres para entrar en batalla, descendiendo del monte Tabor, aquél en el que se posó el arca de Noé al acabar el diluvio y se produjo la transfiguración de Jesús (Mateo 17), hablando con Moisés y Elías. 

- Baraq persiguió al capitán enemigo, Siserá, a quien hizo bajar de su carro de hierro, persiguiéndole, hasta llegar al pueblo de Haroshet, donde todo el ejército de Siserá sintió el filo de las espadas de los israelitas, pero Siserá consiguió huir, cobijándose en la tienda de Yael, esposa del cananeo Héber, la que, para sofocar el cansancio de su huida, le tapó con una manta y le dio de beber leche, que le adormeció y, mientras esto sucedía, la astuta Yael cogió una de las estacas de la tienda donde dormía aquél y, con un martillo le clavó la estaca en su sien (בְּּרַקָתוֹ -léase, «beraqató», «su sien»-) y allí quedó para siempre el capitán cananeo y, por consecuencia, el rey de los cananeos, Yavín.

- En el siguiente capítulo del libro de los Jueces (4) se cuenta que Débora realizó cánticos de alabanza a Yavé por la victoria y consiguió restablecer el ecosistema en el Sinaí, donde residían los israelitas, por lo que se la llamó «madre en/de Israel» (recordemos que el padre era Abraham), por lo que se le pidió reiteradamente que siguiese cantando, pues sus cánticos mantenían la paz y el bienestar. Débora, a su muerte, fue enterrada bajo una encina en Betel (Génesis 35:8), que se llamó «la encina del llanto».

- Débora (-דְּבוֹרָה- significa «abeja» en Castellano) era nodriza de Rebeca -Génesis 35:8-, esposa de Isaac, hijo de Abraham (אַבְרָהָם -padre de todos los pueblos en Castellano-) y madre de Esaú y Jacob, éste, renombrado por Yavé como «Israel» (en hebreo: יִשְרָאֵל -el pueblo que va por el camino- recto de Dios), lo cual la pone al mismo nivel histórico que Abraham, siendo Rebeca (רׅיבְקָה -léase «rivqá»- en Castellano: la que une), la amamantada por Débora, el vínculo entre ésta y Abraham, madre y padre del pueblo israelita. 

- Hemos intentado encontrar una razón para el nombre de Débora/Abeja y su condición de nodriza/amamantadora del hijo del padre de todos los pueblos y la hemos querido encontrar en, entre otras, la cita del Éxodo 3:8 cuando, después de que Moisés saliese de Egipto con todo el pueblo hebreo, Yavé les señaló como tierra buena y espaciosa a la que ir para no pasar más hambre, a la tierra donde cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, haveos y jebuseos residen, porque en ella «mana leche y miel»; en hebreo leche se escribe חָלָב -léase «jaláv»- y miel, דְבָשׁ -léase «devásh-; siendo así que Débora/Abeja y miel comparten la misma raíz semántica דב -dálet (D) y beth (B)-, una traducción literal de Débora/Abeja sería la de «melera», la que hace la miel. Así pues, quién más idónea que aquella mujer de la que mana leche y miel para ser la madre de todo un pueblo.

- Por todo ello, el primer juez o jueza de la historia bíblica fue una mujer, la que salvó a su pueblo de la opresión y cuya gestión consiguió la paz y evitó el hambre.

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