UNA FINESTRA OBERTA AL MÓN

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(c) Gallel Abogados

domingo, 26 de septiembre de 2021

MÚSICA Y DERECHO (XV)

 ¿ES LA INFORMACIÓN UN DERECHO?

Foto de Anil PRABHAKAR

- Parece muy sencillo responder a la pregunta que encabeza este capítulo de nuestra serie (dirán «secuela» los aficionados a las series televisivas o de cinematografía) si acudimos a cuanto dispone la Constitución Española (C.E.) en su artículo 20.1-d) que reconoce y protege el derecho a «comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión...».

- Pero, dicho así, puede llegar a entenderse que el derecho es ilimitado, pues el propio artículo 20 C.E., en su apartado 2 dispone que éste y los demás que el mismo regula, no puede ver restringido su ejercicio «mediante ningún tipo de censura previa», aludiendo al triste recuerdo de la Ley de Prensa de 1938 y de la de Prensa e Imprenta de 1966, en base a esta última se llegó a derribar el edificio del diario «Madrid» en 1971.

- Volviendo al art. 20 C.E., en su apartado 4 establece como límite del derecho a la información el «respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que los desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.». 

- Marshal McLUHAN, allá por 1968, esto es, diez años antes de la promulgación de la C.E. venía a decir esto en su obra «Revolution for the Hell of It »: «El mito es el modo de conciencia simultánea de un conjunto de causas y efectos... Oímos sonidos procedentes de todas partes, sin necesidad de concentrarnos... Mientras un espacio visual es un "continuum" organizado de géneros uniformes, sl mundo auditivo es un mundo de relaciones simltáneas. Los circuitos eléctricos confieren una dimensión mítica a nuestras habituales acciones individuales o de grupo. Nuestra tecnología nos lleva a vivir míticamente, pero nosotros seguimos pensando de manera fragmentaria, y a partir de planos concretos, separados...».

- Mario MAFFI, años más tarde (1971), en su obra «La cultura underground» se expresaba del siguiente modo: «No es casual que la perfección en la técnica de la filmación televisiva se haya alcanzado precisamente en los commercials, en la publicidad. Pero éste es apenas uno de los procesos de gradual embrutecimiento (la televisión provoca hábito e incide directamente sobre el cerebro; el television addict... acaba viviendo en un mundo enteramente suyo, alejado de la realidad, y el brusco retorno a ella puede conducirlo muchas veces a la desesperación y la neurosis, a instintos suicidas u homicidas... El otro proceso es el del "mensaje a la nación", el "mensaje sobre la situación mundial"... en los que la retórica más falsa se une a la más hipócrita manipulación en un proceso de auténtico y real hipnotismo. Y es además el mismo proceso de los partes de guerra según los cuales las pérdidas "enemigas" superan en centenares a las del ejército americano (hasta descubrir finalmente que el total de pérdidas vietcong y norvietnamitas desde el principio de la guerra se acercas -si no supera- a toda la población de Viet Nam del Norte... Es evidente que esta acción manipuladora suprime totalmente la tan cacareada y exaltada "libertad e información" democrática (en USA como en cualquier otra parte). Basta con callar, modificar, informar con retraso, poner n segunda página en lugar de en la última, insinuar...».

- Algo parecido a esto venía a exponer el director de cine Michael MOORE en su película «Bowling for Columbine».

- ¿Se le olvidó algún límite protegible al Legislador de 1978? Parece ser que los redactores de la C.E. no habían leído ni a McLUHAN, ni a MAFFI, pues, además de la protección dispensada, deberían haber fijado el límite de la salud mental de los consumidores y usuarios y su derecho a aceptar o rechazar la supersaturación de noticias, dobles pantallas, línea de subtítulos conteniendo diversidad de noticias que circulan rápidamente de derecha a izquierda de la pantalla, arriba o abajo de la misma y demás, a modo de ejemplo, rechazándolo como hacemos con los cookies publicitarios.

- Ni McLUHAN ni MAFFI, cuando escribieron los libros citados, podían a llegar a imaginar la ramificación de los medios de comunicación a través de la llegada de Internet y las denominadas «redes sociales», en las que el mensaje es corto, amontonador de datos noticiados y que , como «primeros árboles» que son, impiden ver el bosque, conocer la razón del hecho noticiado y contrastar la información, convirtiéndonos en «hoolingans» o fanáticos de aquella noticia que más se acomoda a nuestros intereses («prefiero que pase esto, pues así, le darán un "zasca" a mi enemigo» piensa hoy nuestro «news addict» o enganchado a las redes sociales y demás medios de comunicación instantánea.

- Desgraciadamente, estamos asistiendo en estos días a una supersaturación informativa en relación con la erupción de uno de los volcanes de la isla de La Palma (Canarias), retransmitiendo en directo, con subimágenes, haciéndonos auténticos «expertos» en vulcanología, cuando, hasta hace unos días, lo éramos de sistemas de cálculos del precio de la energía eléctrica («máximos históricos» ¡pobres de las futuras generaciones que tendrían que estudiar libros de Historia aprendiendo los hitos «históricos» de dichos precios, por días! ¡menos mal que existe Internet, pues todo eso y, todo lo demás «histórico» no cabría en un libro de grosor menor a 1 Km!) y, precedentemente, en virología. Anuncio que, en breve, vamos a iniciar una nueva asignatura en nuestro master sobre la crisis del magnate chino EVERGRANDE y las medidas de reestructuración inmobiliaria en la República Popular de China (para los Concursalistas que leáis estas líneas, pensad que esto puede influir en la n-sima reforma de la Ley Concursal, cuyo anteproyecto ya está en marcha). ¡Al tiempo!

- ¡La verdad! Así alcanzaremos un master en Todología. «Nadie sabe ya lo que se sabe, pero todos sabemos que de todo hay quien sepa» decía Antonio MACHADO, don Antonio.

- ¡En fin! Os dejamos con un poco de música, de THE POLICE y de DURAN DURAN al respecto. Vale la pena leer las letras.

¡Que tengáis un feliz día! 

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