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domingo, 20 de septiembre de 2020

LA MEDIACIÓN EN LA LITERATURA (II)

LA ODISEA REVISADA (II)


(c) Gallel Abogados

- Seguimos con esta serie de entradas de dicadas a la Mediación y a sus principios, según puede inferirse de textos literarios. No se pretenda, en ningún caso, entender que en la Odisea, por ejemplo, se realizaban mediaciones como hoy en día las conocemos, pues han pasado unos veinticinco siglos desde que se escribió y todo cambia indefectiblemente.

- Vamos, ahora, con el canto XVII de La Odisea:

«No soy nada inexperto en golpes ni pedradas. Tengo un ánimo paciente, porque he sufrido muchos daños entre las olas y en la guerra.» Dijo Odiseo a Eumeo, su porquero, al regresar a Ítaca antes de encontrarse con Penélope y enfrentarse a los numerosos pretendientes de ésta. Se trata, como se ve, de conseguir, el Mediador con su técnica, la calma de la ira contenida de cada parte en conflicto, la escucha atenta de todas las aflicciones previas padecidas durante el conflicto, como lo más importante de todo su actuar técnico, a pesar de la razón, razones, posiciones o intereses que cada uno de las contendientes manifieste, ostente o exponga.

- Estando, pues, Eumeo ante Penélope, le dijo a ésta, refiriéndose a Odiseo/Ulises: «Alega con razón lo que pensaría cualquiera que quisiera evitar la violencia de unos hombres soberbios. Te aconseja, pues, esperar hasta que se ponga el sol. También para ti es mucho mejor así, Reina, a fin de poder hablar y escuchar a solas al extranjero.» La evitación de las tensiones inter partes, de los actos violentos, de los cruces de palabras o reproches entre los confluyentes durante el procedimiento de mediación es otra de las bases o «patas de la mesa» en la que se desenvuelve aquél. Como ya vimos en la anterior entrada, en La Odisea, la espera a la puesta del sol, en un país mediterráneo, es básica para el desarrollo de la calma, de la serenidad, huyendo del calor, como par de la tensión; así pues, el ambiente de las sesiones de mediación, debe ser y buscar la puesta de sol, la calma, el ambiente relajado, pues, sólo así, las partes pueden dejar de exponerse al «sol abrasador» del conflicto. Por último, también podemos ver reflejada en estas líneas la necesidad de los «caucus» o reuniones del Mediador con cada una de las partes, la atenta escucha a solas a  éstas, a fin de que puedan expresarse con intimidad, sin su adversario, entender que se les escucha y, por ello, se les entiende y que son capaces de resolver por sí mismos su conflicto.

- A todo ello, Penélope le respondió: «No piensa como insensato el forastero, pues bien puede ser así. De tal modo no va a maquinar locuras ninguno de los mortales con intención de ofender.» Véase, pues, cómo las técnicas de la Mediación ahondan sus raíces, en la mera lógica del ser humano durante siglos y así lo revelan las obras literarias.

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