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martes, 20 de noviembre de 2018

EL DARDO ES LA PALABRA (X)

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ALBOROQUE



- No se asuste la lectora o el lector de estas líneas, al leer tal estrambótica palabra, sobre cuya utilidad personal, jurídica y pacífica vamos a hablar; todo ello, gracias y a petición de nuestro buen amigo Eduardo, persona que es, como decía Antonio MACHADO, "en el buen sentido de la palabra, bueno".

- Mi buen amigo Eduardo, me envía un mensaje diciéndome el significado de esa palabra, del siguiente modo:

«La palabra alboroque, procede del árabe hispánico "alborok" y, este, del árabe clásico "arbum"; teniendo como primera acepción, según el Diccionario de la Real Academia Española, agasajo que hacen el comprador y vendedor, a todas las personas que intervienen en un trato.
Como segunda acepción: regalo o convite que se hace, para recompensar un servicio, o por cualquier motivo de alegría. Significa celebrar una efeméride gozosa, tras dejar zanjado un trato, sin más aval que un apretón de manos.
El término alboroque, utilizado en la región de Murcia; sobre todo en la huerta y en los pueblos pequeños, desde tiempo inmemorial, está cayendo en desuso y tiene como sinónimos las palabras: botijuela, rabra, corrobra, hoque y rabla.
En Murcia, se usa la palabra alboroque mayormente en los pueblos y, concretamente en Ulea para celebrar el tránsito al ‘Más Allá’, tras el fallecimiento de un vecino generalmente niño o anciano que, tras muchos sufrimientos, había pasado a mejor vida. Esta invitación al alboroque también llamado pésame se efectuaba en las escalinatas antiguas de la iglesia parroquial de San Bartolomé.
Siempre se efectuaba entre hombres, ya que las mujeres y los niños no asistían a los sepelios, ni estaban autorizadas para efectuar tratos y, si lo hacían, los escribanos lo reflejaban en sus escritos, por orden del Corregidor, siendo anulada, jurídicamente, dicha transacción. Desde el año 1507 en nuestro pueblo; tengo constancia, de que se celebraba y se sigue celebrando en las tabernas y en los colmados.
En el siglo XIX, cuando una pareja de enamorados se daban el sí para pasar por la vicaría, lo celebraban con los amigos y familiares porque la tradición decía que traía suerte.
Aquí, a mediados del siglo XIX, en la posada y sastrería del tío Blas. Se efectuaban los tratos de las amas de cría que daban el pecho a los hijos de madres que no tenían leche para amamantar a sus hijos. Para quienes efectuaban el trato, generalmente el matrimonio que solicitaba la lactancia y la mujer que la ofrecía, ya qué, la mayoría, eran viudas o madres solteras, el tío Blas les agasajaba con un trago de anís y unas pastas.
En el primer tercio del siglo XX, en Murcia, aparecieron unos versos de Miguel Hernández, rememorando el alboroque de los difuntos a todas las personas que se acercaban a dar el pésame a los familiares de la persona fallecida, recibiendo una tarjeta; en la que estaba escrito: tras el sepelio echaremos el alboroque en el Rincón de Pepe.
Las razones no dejan de ser poderosas ya que las costumbres suelen hacer leyes.
Los tratos mercantiles, se efectuaban en ‘Las cuatro esquinas’ y el ‘alboroque’, tras el obligado apretón de manos, tenía lugar en las tabernas de los aledaños.»

- Parece ser que todo cuanto antecede viene a ilustrar toda serie de usos del término, pero, nuestro amigo Eduardo, nos pidió más y, ¡ahí vamos!
- Sebastián de COVARRUBIAS (s.XVII) en su obra "Tesoro de la Lengua Castellana o Española" dice que "Al es artículo, boroque es nombre arábigo, corrompido en hebreo y su raíz es el verbo ברך "berech", que entre las demás sinificaciones que tiene, una es offerre munus, porque el alboroque es una dádiva graciosa que se ofrece por la diligencia y cuidado que ha puesto el tercero en concertar al que compra con el que vende... lo que se da al corredor que interviene en la compra y venta de alguna cosa, o al oficial fuera de su trabajo de manos", lo que nosotros conocemos como la comisión o la propina, una dádiva. También alude a la expresión "Bever el alboroque, en las aldeas, quando se compra alguna tierra, viña o casa es muy ordinario.".
- Alboroque es palabra de origen semítico (árabe, hebrero, arameo, etc.). Para analizarla, debemos desmenuzarla semánticamente, a saber: "al-" como bien sabemos, es el artículo determinado en árabe; para descubrir el significado de "-boroque", debemos eliminar las vocales, pues en las lenguas semíticas no existen, quedándonos con las tres raíces de la palabra "B", "R" y "K".
- En hebreo, la raíz "BRK" o leído, según se escribe "KRB" בׇרַך׃ -léase “barákh” o “varákh”- es la raíz verbal que significa “arrodillarse”. Vamos a pararnos en este verbo activo y preguntarnos ¿qué hacemos cuando nos arrodillamos? ¿Una acción de humildad, de paz, de regalo, de reconocimiento, de rendición, de aceptación?
- La misma raíz “barákh” es la que, también, significa “bendecir”, desear un bien a otro, felicitarle por un bien, agradecerle un favor, darle la enhorabuena, festejar, desear el bien, agradecer, corresponder, reconocer y, así, el bendecido («barúkh»), suele ponerse de rodillas o humillado (de «humus», suelo o tierra).
- En las lenguas semíticas, los sustantivos derivan de una acción verbal y, así, de la raíz “barákh” (como adjetivo o tiempo verbal pasado significa "bendecido") encontraremos el sustantivo בֶּרֶך׃ -léase “berékh”, cuyo significado es el de “rodilla”, en singular y plural.
- Recordemos la escena denominada de la adoración de los Reyes Magos a Jesús recién nacido y veremos, cómo genuflexionan y cómo entregan presentes.


Henry SIDDONS MOWBRAY (s. XIX-XX)
- Si, todas estas piezas, las unimos, comprobaremos que, a mi amigo Eduardo, le faltaba decir que, por alboroque también se entiende al “hombre bueno”, a aquel “Mediador” en disputas campesinas, a aquel “alfarrasser valenciano, el cual, sin duda alguna, es un regalo, un don, pues es la persona que sabe reconducir a las partes para resolver un conflicto.
- Esta figura del alfarrasser está recogida en la Ley 3/2013, de 26 de julio, de la Generalitat Valenciana, de los contratos y otras relaciones jurídicas agrarias en su artículo 26 y siguientes, a quien se le reconoce el percibo de su comisión por su intervención, a cargo del comprador. 
- ¡Bienvenido sea el Alboroque!  

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