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viernes, 24 de junio de 2016

MÚSICA Y DERECHO (IV)

EL ÚLTIMO VALS - FRÍAS
(1, 2 y 3 de julio de 2016)


- El día de Acción de Gracias de 1976 tuvo lugar en el "Winterland Ballroom" de San Francisco (California) el concierto de despedida de la gran banda americana, llamada así, tal cual, "THE BAND", por ser el grupo que había acompañado a Bob DYLAN durante años, sus mejores momentos, con quienes éste se encerró en la casa de montaña llamada
"BIG PINK" su refugio de Woodstock de donde, alejados del "mundanal ruïdo", de la fama, de los Medios, salieron, tanto la joya de THE BAND, "MUSIC FROM BIG PINK", como "THE BASEMENT TAPES", de Dylan, de donde todavía están saliendo descartes ("outtakes"), pasados cuarenta años.
- En dicho concierto tocó lo mejor de lo mejor por entonces, y aún, ahora: Paul BUTTERFIELD, Eric CLAPTON, Neil DIAMOND, Bob DYLAN, Emmylou HARRIS, Ronnie HAWKINS, Dr. JOHN, Joni MITCHELL, Van MORRISON, Ringo STARR, Muddy WATERS, Ron WOOD, Bobby CHARLES, Neil YOUNG, entre otros.
- Martin SCORSESE, quien, previamente, en 1970 había grabado los conciertos de WOODSTOCK y se había consagrado con tras éxito dirigiendo la película TAXI DRIVER, se puso la cámara al ristre, grabando el magno concierto de más de nueve horas de duración, que fue THE LAST WALTZ, al que añadió una serie de entrevistas a los miembros de THE BAND, que revelan las dificultades de todo tipo que este grupo canadiense atravesó por los E.U.A. para llegar hasta ese punto final en su dilatada carrera.
- Se ha escrito mucho sobre el concierto y sobre la película, poco más se puede decir, poco más vamos a decir, salvo que se va a producir su resurrección.
- En efecto, cuarenta (40) años después del "último" vals, va a haber otro "último" vals, esta vez bajo la batuta del "all-music-man" vasco Joserra RODRIGO, musicólogo capaz de hablar de Música al ritmo de una manoletina, de clasificar su amplia colección discográfica por sentimientos, de organizar este "último", y de muchas cosas más; al que se une el bardo madrileño Miguel LÓPEZ, impagable en su docta prosa ensayista, tanto si emplea su cálamo en pos de la "silver screen", como si con aquél desgrana el espíritu del músico, o sobre el porqué de muchas cosas. 
- Con ambos, mucha gente más, anónima y conocida, todos los cuales, durante los tres primeros días de julio de 2016 van a lograr que tenga lugar el hito musical del año, la resurrección del "último vals", celebrando un concierto homenaje a aquel concierto de THE BAND, al que han venido en llamar EL ÚLTIMO VALS - FRÍAS, en el que actuarán los mejores grupos actuales de Blues, Soul, Rock y Country de, entre los que queremos destacar enfáticamente, sin merma alguna respecto de los demás grupos participantes, a la BANTASTIC FAND, súper-grupo que ya cuenta con dos fantásticos discos en el Mercado de audición imprescindible para cualquier melómano que se precie y por supuesto, DANNY & THE CHAMPIONS OF THE WORLD..
- Este evento tendrá lugar en la hermosísima y medieval ciudad castellano-leonesa, llamada FRÍAS, en plenas Merindades, uno de los pueblos más bonitos del mundo, bañado por el Ebro, cuyas aguas riegan las tierras que van desde Castilla a Cataluña, del Cantábrico al Mediterráneo.  
- Os preguntaréis, pues, ¿qué tiene que ver un concierto de Rock con el Derecho?
- Nada, pero, todo también.
- Resulta muy gratificante comprobar cómo, una persona, un grupo, heterogéneo, de múltiples lugares de España, con diferentes criterios sobre el mundo, de sus esencias, presencias e intereses, pero con un fin e interés común, como lo es la Música, han sabido coordinar magistralmente miles de opiniones, gustos y criterios, con un fin común que une a las personas, sin distinción alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. ¿Os suena esto al artículo 14 de la Constitución Española de 1978? Sin duda.
- El Derecho no es otra cosa que la regulación pacífica de las relaciones humanas en pos de un bien común y, si la Música es la única que lo consigue, la Música es Derecho. Siempre hemos dicho que el mejor contrato es el que no existe (documentalmente) y así lo hacían los antiguos Romanos cuando pactaban, lo hacían partiendo una simple "stipula", auténtica promesa que, desde entonces, les obligaba a cumplir, como así lo harán los "valseros", con la única obligación no escrita de unirse y cumplir con el bien común en torno a la Música, nuestra "stipula".

- ¡Adelante, Joserra y compañía!


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- Con la debida autorización y cortesía del gran escritor y musicólogo Miguel LÓPEZ, me permito añadiros el texto de su mejor explicación sobre el concierto.
¿TODAVÍA POR AHÍ?
Menudean las noticias sobre perros que acompañan a los cadáveres de sus dueños mucho, muchísimo tiempo después del fallecimiento del amo. Es una fidelidad conmovedora que llega en ocasiones hasta la muerte del propio animal, presa de una nostalgia para la que no existe explicación distinta al amor. Resulta raro encontrar entre los humanos lealtades tan extremas, esa resistencia casi suicida al abandono de lo que se ha querido, ese rechazo a comprender que lo anhelado se marcha para siempre. Pero a veces ocurre…Esta historia comienza el 25 de noviembre de 1976. ¿Ha oído hablar alguna vez de Rick Danko, Levon Helm, Garth Hudson, Richard Manuel o Robbie Robertson? Probablemente no, pero seguro que los nombres de Ringo Starr, Bob Dylan, Neil Young o Eric Clapton le suenan de sobra como iconos de la cultura popular. Pues todos ellos juntos, más otras leyendas del rock, ofrecieron uno de los mejores conciertos de todos los tiempos justamente durante esa noche, la de Acción de Gracias, algo así como la Nochebuena en Estados Unidos. El acontecimiento se llamó The Last Waltz (El Último Vals), porque decidieron despedirse como grupo con una gran fiesta y se convirtió posteriormente en película, un documento que sirve como testimonio de la cultura americana contemporánea.Los cinco músicos citados en el párrafo anterior se llamaban The Band y su adiós puede ser considerado como su obra maestra. No eran unos don nadie. The New York Times consideraba que era “probablemente el grupo de rock más respetado de América”. Organizaron un concierto extraordinario para retirarse de los escenarios y en cada canción rindieron un hondo homenaje a la herencia musical recibida por su generación. Esa armonía en el instante de desintegración es un fenómeno extraño que plasma en imágenes Martin Scorsese, entonces una estrella ascendente que se cruza con ese torbellino sonoro dispuesto a fundirse en negro. El resultado es probablemente la película más musical de cuantas existen, el fin de una época y el comienzo de un mito.El realizador comprende que un tiempo histórico se difumina y se le presenta la oportunidad de captar sus últimos destellos. Sin embargo, no se suele incluir a The Last Waltz como una de las grandes películas de este cineasta. Un olvido comprensible ante obras como Malas Calles, Taxi Driver, Toro Salvaje o la reciente El Lobo de Wall Street. Algunos fieles combaten esa infravaloración y reivindican la película como una de las joyas con más brillo del séptimo arte.Los motores de The Last Waltz no se conforman con sintetizar las largas horas del concierto. Su ambición les fuerza a narrar los dieciséis años de carretera e incluso vislumbrar lo que puede ser el futuro para esos músicos en la encrucijada. No quieren reproducir el evento, sino convertirlo en una lectura personal, en la autobiografía de su generación. El género da un salto cualitativo al sumarse uno de los mejores cineastas norteamericanos con uno de los grandes grupos del panorama musical.La intensa implicación de Scorsese inyecta una carga dramática de primer orden, de forma que el valor artístico supera la mera categoría de documental. América es la palabra más repetida entre los escasos acercamientos teóricos al grupo The Band, un territorio que parece ante todo un estado de ánimo, una búsqueda dramática, oscura y luminosa, exitosa y derrotada, un país de luchas y esperanzas, de salvación y culpa, una promesa truncada, pero siempre viva. El grupo plasma esa visión mediante la mezcla en sus canciones del country o el folk del Medio Oeste con el rock and roll de Memphis, el blues de Chicago y el soul de New Orleans. La asimilación de tantos ingredientes genera un sonido personalísimo, de forma que ensanchan las fronteras del rock y abren horizontes de una riqueza expresiva sin precedentes. Son las dos de la madrugada, pero ya del 26 de noviembre de 1976. El concierto ha acabado hace más de una hora, pero cientos de irreductibles, en plan Astérix y Obélix, permanecen pegados al escenario, hipnotizados por lo acontecido. Se niegan a volver a casa y quieren más. Scorsese decide empezar The Last Waltz justo ahí, en el final del concierto. Los músicos reaparecen sobre las tablas. Robertson echa humo de su cigarrillo, se acerca al micrófono mientras sujeta una cerveza y pregunta: “¿Todavía por ahí?”. Suena entonces la última canción de su historia. Dice: “No lo hagas, no lo hagas, no rompas mi corazón”.Han pasado cuarenta años de esa pregunta y los próximos 1, 2 y 3 de julio, en la localidad burgalesa de Frías, a 282 kilómetros de Segovia, varios cientos de locos por El Último Vals, aglutinados por un apasionado melómano que se llama Joserra Rodrigo y con el acompañamiento de grupos de primera fila (Copernicus Dreams, Frank, Danny And The Champions of the World, Still River, The Walnut Co, La Gran Esperanza Blanca, The Fakeband, Bantastic Fand y Zimmerband) rinden homenaje a esa noche eterna. Esos enamorados de la música van a dar cumplida respuesta a “¿Todavía por ahí?” cuatro décadas más tarde. Como perros fieles que no entienden la muerte. Y viven.

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2 comentarios:

  1. Mil gracias y un fuerte abrazo, Josep. Te añoraremos en Frías!!

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  2. Igualmente y otro muy fuerte para vosotros.

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