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sábado, 1 de agosto de 2015

CINE Y DERECHO (VII)

“THE RAINMAKER”
(Dir.: Francis Ford COPPOLA – 1997)



- De Francis F. COPPOLA nada podemos decir que no haya dicho antes nuestro amigo Pedro-Miguel LÓPEZ HERNÁNDEZ, así como los innumerables ríos de tinta escritos sobre este gran Director de 22 películas de Cine, ganador de 6 Óscar y 3 Globos de Oro. Siempre me encantarán “Bram Stoker`s Dracula”, “Apocalypse Now!”, “Rumble fish”, “The Cotton Club”, por ninguna de las cuales obtuvo Óscar y sólo un Globo de Oro por “Apocalypse Now!”.

- En 1997 fue publicada “The Rainmaker”, comercializada en España como “Legítima defensa” y en Argentina, como “El poder de la justicia”, basada en la novela de John GRISHAM. Al parecer, el título refiere a los "hacedores de lluvia", denominación por la que los indios americanos se referían a los hombres que danzaban para atraer la lluvia, para conseguir la riqueza del agua en tiempos de sequía; en este sentido, el novelista alude a la habilidad de Rudy BAYLOR en conseguir ganar sus dos primeros casos, los dos primeros de su carrera profesional.
- En esta película, podemos ver muchas realidades del día a día del mundo del Derecho y su práctica, a través de sus personajes, a saber:
- Rudy BAYLOR (Matt DAMON): estudiante de Derecho que no consigue trabajo en ningún Despacho, sobreviviendo de trabajos eventuales, hasta que consigue ser pasante de J. Lyman STONE (Mickey ROURKE), cuya carencia de escrúpulos remite a Rudy a convertirse en un Abogado “buitre”, de los que se ponen a la puerta de los hospitales manifestando falsas sentencias y albergando falsas expectativas a los familiares de lesionados o fallecidos en accidentes, haciéndoles creer que son los únicos y los mejores en el Mundo que les van a conseguir indemnizaciones elevadas y únicas que levantarán su dolor, a cambio de un porcentaje –la denominada “quota litis”-, también, elevado sobre la dicha indemnización.
- Antes, había sido presentado a Deck SHIFFLET (Danny de VITO), que carece de licencia para ejercer como Abogado, pero que se había ganado la vida averiguando y consiguiendo medios de prueba, de forma más o menos lícita, pero con métodos de escaso valor ético, para actuar frente a compañías Aseguradoras. Hay personas que simulan robos en la propia vivienda, accidentes de tráfico o falsas enfermedades, incluso fingiendo su propia muerte, actuaciones, todas ellas, tendentes a obtener indemnizaciones de una compañía aseguradora o de varias al mismo tiempo, para sí mismos o para terceros que designan como beneficiarios.
- Rudy y Deck deciden abrir Despacho juntos, con el título profesional y licencia del neófito y la experiencia del segundo, consiguiendo, al fin, tras un periplo por hospitales, la defensa de un matrimonio, cuyo hijo está a punto de fallecer como consecuencia de la leucemia, precisando un trasplante urgente de médula, cuyos gastos no quiere pagar la compañía de seguros “GREAT BENEFITS” (denominación que, dentro de la gravedad e importancia del caso, resulta, no solo irónica, sino, hasta jocosa) en base al clausulado de adhesión del contrato.
- El Abogado: "David" Rudy se enfrenta a uno de los mejores Despachos de Abogados, a "Goliat", que defienden a la Aseguradora. La “ley” está a favor de la Aseguradora.
- Los Jueces: El designado inicialmente, cuya práctica habitual es la de la aplicación ciega y estricta de la norma y el contrato, enferma y es sustituido por otro (antiguo defensor de los derechos civiles), cuya práctica habitual se centra en la tutela los intereses de los más desprotegidos, aplicando la norma al caso concreto. Este último desestima la petición de la Aseguradora de sobreseimiento de la causa y consigue que el proceso continúe adelante.
El Juicio: Rudy consigue interrogar al Presidente de la Aseguradora, lo que le granjea la simpatía del público. El alegato del afamado y experimentado Abogado Leo DRUMMOND (John VOIGHT), se fundamenta en un guiño amenazador hacia el "bolsillo" de los contribuyentes americanos que forman el Jurado, esgrime como argumento, qué pasaría a las arcas públicas si condenasen a la compañía aseguradora a pagar los 10.000.000 $ que reclaman los padres del joven ya fallecido, que las primas de cada aseguradora (de salud -Seguridad Social privada-) de cada ciudadano, se incrementarían y el Estado americano intervendría las compañías de seguros (la Sanidad sería pública). Sin miedo alguno, Rudy muestra un vídeo del joven enfermo, contando su caso, tratando de llegar al corazón de los miembros del Jurado, recurriendo a la conciencia de éstos, tratando de que adopten la posición del joven, repudiando la actuación de la Aseguradora, respecto de la cual reprocha que tiene mucho dinero a su disposición para atender el pago de los honorarios de sus defensores, así como de la "maquinaria de presión y de relaciones públicas", pero ningún dólar para atender a los ciudadanos, a los asegurados, dinero que considera que debería destinarse a pagar las indemnizaciones de éstos. Es un "quid pro quo". Vence, pues, el inexperto y pobre Rudy.
- El Jurado: nunca hemos sido partidarios de esta institución, como así lo reflejamos en nuestra entrada CINE Y DERECHO (II) a pesar de las diversas variedades que presenta en su composición, precisamente, por hechos que refleja esta película. Las razones, entre otras, se ven en la facilidad de los Abogados en influenciar sobre las voluntades de sus componentes, buscando empatizar con éstos, haciéndoles ver que lo que le pasa, bien al acusado, ora a la víctima, es lo mismo que podría haberles pasado a ellos. "Tocar la fibra sensible", es lo que, en definitiva, unido a la pureza que su bisoñez le da, más la defensa de una causa indudablemente noble y justa, es lo que hace vencer a Rudy", al "viejo zorro" Leo cuya base o fundamento dialéctico deshumanizado se centra en el interés meramente económico.
- Sin embargo, la victoria deviene pírrica, pues la Aseguradora se declara en Concurso, con lo que deja de pagar la indemnización, convirtiéndose en un crédito sujeto al convenio o a la liquidación. Frustración en los vencedores y en el propio Letrado, quien no cobra sus Honorarios (a este respecto, os dejamos nuestro enlace sobre las PARADOJAS EN LOS ABOGADOS).
- Un nuevo asunto consiguen Rudy y Deck en sedes hospitalarias; esta vez, relativo a una mujer víctima de maltrato por su esposo. Rudy le aconseja que se divorcie, reaccionando el esposo propinándole una nueva paliza y, cuando aquélla deja el domicilio conyugal, el esposo intenta agredirla nuevamente, Rudy se interpone físicamente entre ambos, tratando de evitar la agresión, sin embargo, en el forcejeo, el marido fallece de un golpe en la cabeza. En el Juicio por homicidio, Rudy defiende a la esposa, alegando legítima defensa de ésta ante la agresión del marido, con lo que consigue el sobreseimiento de la causa y la libre absolución de la esposa. Nuevo éxito del neófito Rudy.
- Además de la baja consideración ética que subyace en algunos aspectos de la actuación de los Abogados, debemos destacar, no obstante, su entrega hacia las causas “perdidas”, máxime en neófitos como lo somos cuando estamos adscritos al Turno de Oficio, digno de toda alabanza que, en esta película, se ve perfectamente, la perseverancia, la fortaleza de SÍSIFO en subir la gran piedra por la pendiente, cada vez que ésta vuelve a caer reiteradamente, la carencia de miedo ante el “enemigo” grande (en símil taurino: “torero grande ante toro grande, no se achica, se crece”), lo cual, en la balanza de la película, debe pesar más que el modus operandi poco ético, sin que por ello, pretendamos fundarnos, para nada, en el erróneo aforismo atribuido a MAQUIAVELO, quien nunca dijo aquello de que “el fin justifica los medios”. Esto es lo que, quizás, quisiesen expresar, tanto John GRISHAM como Francis F. COPPOLA, al aludir a Rudy como la persona que baila la "danza de la lluvia" para que la riqueza que ésta trae, se extienda sobre la tierra, sobre las personas, la grandeza de la profesión de Abogado, la lucha por los intereses del cliente, como ya tratamos en nuestra entrada sobre las MURALLAS CHINAS, aludiendo a JUSTINIANO. 
- Por último, debemos destacar, igualmente, la ausencia del paternalismo mesiánico que en los personajes de los Jueces subyacía en las películas de la primera mitad del siglo XX, sobre lo cual ya insinuamos en nuestras anteriores entradas sobre esta serie de CINE Y DERECHO.


  

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